En las últimas semanas de gestación, el feto se va encontrando paulatinamente en un espacio más reducido, comprimido por las costillas, el pubis y la pelvis de la mamá. Es en el momento del parto cuando el bebé se encuentra sometido a unas grandes fuerzas de compresión, debido al canal estrecho (canal del parto conformado por la pelvis y la musculatura perineal de la mamá) que tiene que atravesar. A este se suman las fuerzas de compresión producidas durante los pujos, que hacen que la cabeza del bebé se comprima contra la estructura pélvica de la madre.
La parte final del parto es el reto más difícil para el bebé. Éste debe atravesar un canal muy estrecho en relación con el tamaño de su cabeza y ello provoca que los huesos de su cráneo se “monten unos sobre otros” (denominados acabalgamientos) para que la cabeza pueda salir al exterior. El parto de los hombros es otro punto de tensión, en el que se pueden producir distintas lesiones (nerviosas, musculares o fracturas de clavícula entre otras), ya que son traccionados desde la cabeza para poder salir.
En ocasiones la salida del bebé se complica por distintos motivos (tamaño del mismo, poca fuerza de expulsión, diámetro del conducto del parto…), siendo necesaria la utilización de instrumental específico como fórceps, ventosas y espátulas, entre otros, que pueden dañar el cráneo del bebé.